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No siempre ha sido así, pero hoy en día un buen hotel de lujo es, casi por definición, un hotel con historia, o al menos, un hotel con un poco de carácter. Colchones ergonómicos, grandes pantallas de alta tecnología y servicio de limpieza de zapatos son una certeza en el hotel, pero seguro, lo que hace la diferencia El JW Marriott Cusco es el ambiente y la ubicación que ofrece. Situado a unos 3.400 metros sobre el mar, en el corazón del centro histórico de Cusco, a pocas cuadras de la Plaza de Armas, el JW ocupa el lugar de un antiguo convento del siglo XVI que fue construido sobre las ruinas de los Incas. El equipo del Marriott tardó casi seis años en renovar, y en gran parte en reconstruir, el edificio original. El resultado, después de todo, ha sido realmente impresionante, combinando un fuerte legado histórico con los modernos y brillantes interiores de un lujoso hotel boutique.

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En caso de que no esté claro, JW es la línea de boutiques de lujo de la cadena de hoteles Marriott. Y si una marca de hoteles de alto prestigio como esta se instala en un lugar que no hace mucho era un sitio arqueológico, hay algo que decir sobre su audacia y la ejecución del proyecto. Todo ello es una forma bastante abstracta de decir que las habitaciones están bien diseñadas, el servicio es profesional y los lujos más necesarios están incluidos. Hay un spa de servicio completo con tratamientos de inspiración incaica, un par de restaurantes de comida peruana bastante informales pero ambiciosos y un bar que sirve fenomenales cócteles de pisco. El hotel también dispone de instalaciones para negocios y reuniones para el afortunado viajero de negocios cuyas obligaciones lo llevan a Cusco, una ciudad verdaderamente pintoresca llena de historia y aventura.
 
Está bastante claro, entonces, que la sensación de atmósfera que irradia el hotel es bastante fuerte. Bueno, el hotel en sí ha sido construido alrededor de uno de los más grandes y tradicionales patios empedrados de la ciudad y guarda dentro de sí una fuerte sensación de un Cusco intemporal. Algunas de las habitaciones incorporan antigua mampostería inca y muros coloniales que se mantienen en contacto con las estructuras originales, mientras que otras tienen terrazas con vistas a los antiguos claustros del convento. Pero la sensación de intemporalidad no se desvanece al salir del hotel, porque, justo a la puerta del hotel, se encuentra una de las ciudades con mayor riqueza histórica de América y con Machu Picchu a poca distancia del más allá.

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